Cuando espero tu llamada todos los teléfonos parecen mudos. Los vecinos del quinto dejan de chillar para que pueda oír el ruido que hace el móvil cuando no suena.
Y las paredes se vuelven huecas para que el barullo que marea mi cabeza sea mas audible. Cuando espero tu llamada las horas se dilatan y se vuelven de chicle, los minutos duran tantos segundos que no soy capaz de contarlos,
y los segundos duran tantos minutos que no me aclaro. Y las letras de los libros se mueven, tiemblan las corcheas de las partituras y
no puedo concentrarme en el punto que me dibujé en la pared para estas ocasiones. Todo es inútil cuando espero oír tu voz. Tal vez tú no te das cuenta, pero yo sí.
No puedo hacer otra cosa que pensar en ti. Y cuando por fin suena, mi lengua de trapo me juega una mala pasada
y no puedo mas que decir estupideces o quedarme sin palabras. Se me enredan hasta las vocales, joder.
Y luego me paso horas pensando en lo que te podría haber dicho y en cuando me vas a volver a llamar. No me pasa por la cabeza que puede que tu no me llames mas.
Aún no.