lunes, 29 de marzo de 2010

Balance emocional .


Jode pensar que todos tus mejores momentos han sido polvo. Que todas las cosas por las que habrías matado ya no existen y saber que nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto. Y duele. Duele saber que tu vida ha sido una colección de estaciones vacías en las que no pasaba ningún tren que tu querías coger. Que todo lo que has hecho te vale para lo mismo que nada. Cero a la izquierda y empieza a sumar.

A partir de entonces, el resto es fácil. A la derecha están las glorias, y las ganas, y todos esos momentos por los que habrías vendido hasta el culo. A la izquierda están todas tus pajas mentales y todos esos sueños que nunca cumpliste por miedo. El resultado depende del número de comas. Del número de veces que has gritado. De todos los días que has perdido. Y de los callejones. De todos los callejones que te alejaron un día del buen camino.

Y entonces, una vez hayas hecho el balance mortal de todo, pregúntate porque. Porque te pierdes. Porque no vives. Porque tus labios dicen no y tu cuerpo dice que sí. Cuanto tiempo hace que te miras en el espejo y no te gustas. Pregúntate porque gritas. Y porque nadie te escucha. Pregúntate acerca de tus miedos. Cuantos días hace que duermes solo. Pregúntate sobre todas las cosas que has dejado atrás.

Al final, te vuelves loco. Tan loco que ya no te ves ni en el espejo. Tanto que ni siquiera sabes donde estás y empiezas a preguntar a los que están a tu lado como has llegado hasta allí. Las respuestas solo las sabes tú. Las mentiras solo las dice tu piel.

Pregúntate porque te das asco y miedo. Pregúntame porque ya no te quiero. Cobarde.

domingo, 21 de marzo de 2010

odisea estelar.


El azar quiso que entráramos juntos en aquel tugurio. Tú con la mano dentro de mis bragas y yo muriéndome de ganas. Dispuestos a comernos todo menos el mundo, a matarnos a follar. A hacernos el amor despacio y con calma. El concierto ni siquiera había empezado y ya íbamos por los bises. Ya estábamos en los besos de antes de. Teníamos tantas ganas que no sabíamos explicarlo. Habíamos esperado tanto que no podíamos decirlo. Solo sé que yo me moría por tenerte dentro. Házmelo lento cabrón, hazmelo lento… Y acabamos metidos en el cuarto de baño. 2 metros cuadrados a cinco mil besos por metro. Yo contra la puerta y tú dentro de mí. Y al llegar al estribillo nos corrimos en perfecta sintonía fundiendo nuestros gritos con los de la canción. . .

martes, 9 de marzo de 2010

Los restos del naufragio .


Basta de prensa rosa y explicaciones torpes que yo no me chupo el dedo. Que tú eres historia es un hecho. Que nuestra vida esta rota, también. Y ahora me quieres vender una especie de montaje en el que yo sonrío y tú me llevas a las Antillas. Nos han jodido. Venga, cuéntame una de vaqueros, anda. Sabes tan bien como yo que ya no somos piezas del mismo puzzle. Que nuestros fracasos nos han llevado al edén de la desgracia y al prostíbulo del desamparo. A lo sumo, nos queda una última cena antes de convertirnos en historia. Besarnos sin ganas y hacernos el amor con el mapa de la memoria. Conocernos tanto que nos damos asco. Odiarnos de esa manera en que ya todo da igual. Porque nos hemos convertido en una de esas parejas que antes mirábamos con una mezcla de asombro y desazón. Ahora somos un par de extraños que no hacen mas que mirarse y intentar escapar..

domingo, 7 de marzo de 2010

la Barcelona de nuestras vidas .



Y mientras, tú me invitabas a beberte el alma a sorbos. A tragar mercurio y a escupir fuego. A saber lo que era quererte de verdad. Tú y tus miedos al lado de ese dragón en el Park Güell, en esa Barcelona embrujada que tanto conocíamos y, a la vez, nos seguía pareciendo una gran desconocida. La que nos había visto nacer y escondernos, mirarnos muertos de ganas y besarnos detrás de un biombo. Engullir esa dosis mortal de cicuta que nos iba a llevar al mas doloroso de los infiernos, el de morir lentamente por y para el amor. Sabíamos que nos quedaba poco y nos devorábamos con avidez. Con la ansia de los que se pierden y no pueden hacer nada por pararlo.