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Ellas jugaban con el
equilibrio, sometían sus cuerpos a la mas estricta
dictadura. Sabían
recomponerse justo antes de romperse, convertían la
delgadez en deporte nacional. Y nunca dejaban de comportarse cual
bailarinas sin zapatos,
cautelosas, siguiendo un ritmo
invisible. Hasta los
huesos, hasta caerse enteras, hasta no poder
mas. Jugando con el joker y la
muerte día a día. Porque ya no les daba
miedo, habían estado tan cerca que ya no les daba miedo.
Ellas, niñas sin
muñecas, dulces
espectros de lo que habían
sido. Sombras,
pedazos. Y por supuesto todas se acordaban de cómo habían
empezado, de lo facil que había
sido. Y de ese equilibrio que cada vez era mas
imposible, de esas manos cada vez mas
pequeñas. Justo ahora y solo ahora empezaban a
comprender que el juego era para
siempre, que no se
podía volver
atrás. . .