lunes, 15 de noviembre de 2010

Aspiraciones.


"Yo en aquellos tiempos era feliz. Tenía todo lo que se podía desear: una mujer guapa, un buga tuneao, mucha mierda y unas ganas increíbles de follar. Vamos, que para qué mas. Mi chica era la mejor novia del mundo. La Lola había despuntado ya desde pequeña, con sus tetas como pequeños planetas, su boca de vicio y sus ganas incansables de joder. Que ni las mejores putas de lujo joder. Solo había problema tronco, un puto marrón que lo jodía todo: la muy maldita se metía de mierda como si no hubiera un mañana. Todos los putos camiones que subían del moro llenos no habrían sido suficientes para ella. Era una yonki (de mierda). Total, que la tipa estaba buenísima pero cuando iba metida nunca quería follar, decía que la daba demasiadas vueltas la habitación y que no coño Jose, por detrás no que duele. Un marronazo que te cagas. Y la tía venga a ponerse y a irse de fiestas. Y a joderse la vida. Nadie lo habría dicho. La Lola, la Lolita, la tipa dura del barrio. Que llevarla de la mano era como llevar un ferrari, todos los tíos salidos de mierda del callejón babeando y suspirando por ser yo. Y nada, que la tipa se me fue muriendo. Como las plantas, que primero se les caen las hojas y cuando solo queda el tronco acaban por romperse y resquebrajarse. Creo que no sufrió. Ella pensaría que iba a meterse un chute y punto, y que con el lotazo que se iba a pillar la dejaría de doler la cabeza. Que hacía días que la tenía loca, mari. La verdad es que por esa época yo también iba bastante metido y no me acuerdo de mucho. Se puso guapa y me dijo que se iba donde la meta un rato, que iba corta de pasta y la hacía falta un poco de algo. Y que si la daba un piti, que joder tito, no tengo ni pa fumá. Yo me quedé en casa sobando, que suficiente tenía como para encima peregrinar con ella. La verdad es que en esa época no nos reíamos mucho. Y ná, que a las horas vinieron los verdes a mi casa diciéndome que si conocía yo a Lola López, que me tenían que dar una noticia. Y yo me puse a gritar como un loco que no, que la Lola no traficaba, y me cogí un cabreo de aúpa. Y el puto madero que me miraba y tal. Y al final, que no tronco, que no, que la Lola la había palmao. Joder y re-joder. Y ná tito, ná, que se me fue un poco la bola y le pegué al madero, cogí toda la pasta que me quedaba y me fui donde los colegas. Me bebí todo el puto bar buscandola en el fondo de cada vaso. Me metí todas las rallas del mundo intentando verla en cada rastro de polvo blanco. Y no estaba coño, no estaba. Tío, la Lola sa muerto. Y nada, que se ve que se me fue la flapa mazo y acabé atizándole a un pobre pringao que me intentó decir que mi nena estaba muerta y que porque no me iba casa. Y ya no me acuerdo de mas. Me desperté y estaba en un sitio to blanco, que nunca había visto una casa tan blanca. Y ahora soy un hombre nuevo. Muy nuevo. Ná, cari, que me bajo en la próxima, encantao d'haberte conocío, titi. Tómate la última por mí.

[José se bajó del metro en la plaza de Urquinaona, no tuve tiempo a preguntarle adonde iba, pero estoy segura que iba a un lugar mejor del que venía.]